miércoles, 22 de febrero de 2012

Para empezar...


En esta nueva experiencia de formación en ambientes virtuales tengo un sinnúmero de expectativas que, contrario a lo que podría pensarse, no pasan por la adquisición de nuevas estrategias, didácticas ni métodos de enseñanza, sino por la asimilación de procedimientos y destrezas que un aprendiz requeriría para desenvolverse de manera eficaz y eficiente en un entorno en el que la moderación, la participación y la evaluación permanente son los ejes centrales de la interacción cotidiana.  Así, en síntesis, lo último que quiero es convertirme en mejor docente; lo que quiero es ser un mejor estudiante, uno del siglo XXI, uno que emplee las TIC como potenciadora de nuevos y mejores aprendizajes, que se desenvuelva con la misma solvencia en espacios virtuales como en físicos  y que logre desvirtuar elementos coercitivos como lo son la sincronicidad y presencialidad.

Es claro que para alcanzar esta metamorfosis  en mis hábitos de estudio (y en los que procuro formar en mis estudiantes) es esencial un alto nivel de autonomía y disciplina en la ejecución de las actividades, manejo fluido de elementos informacionales, realizar una lectura continua a los acompañantes del proceso de aprendizaje así como a uno mismo y la instauración de una suerte de postura crítica que permita hacer altos en el camino cada vez que las situaciones así lo exijan. Si bien es cierto que todos estos aspectos se observan dificultosos en cuanto a su obtención, los mismos se convierten en los elementos motivacionales necesarios que me permitirán finalizar con buenos resultados este proceso de formación que apenas comienza.

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