miércoles, 29 de febrero de 2012

Rúbrica



Evidencia
Cantidad
Lectura crítica (BL,PI)
Las contribuciones realizadas muestran evidencia de preparación a través de lectura y reflexión, con alguna integración de ideas y construcción de nuevos significados.
1 Texto por semana
2 videos por semana
Pertinencia / Aplicación (BL,PI, PF)
Las contribuciones evidencian las oportunidades y limitaciones del entorno local del autor, y la forma en la que se relacionan con las ideas exploradas.
2 entradas por semana
Aporte a la comunidad (Com)
Los comentarios (a otros participantes) y réplicas (a los comentarios recibidos) muestran alguna reflexión sobre los comentarios de otros y promueven la conversación.
2 comentarios por semana en blogs de compañeros
Recomendación de recursos (DII)
Se sugieren recursos con frecuencia. Son relevantes y oportunos para los intereses de la comunidad.
2 recursos sugeridos por semana

Coco ua ua

Es claro que evaluamos desde el paradigma pedagógico que presenta mayor influjo en nuestra práctica docente, es decir, evaluamos como enseñamos. Este vídeo muestra cómo dicha enseñanza – y por ende la evaluación-  puede cambiar el rumbo de la vida de nuestros educandos. Y, si nos ponemos filosóficos, el rol social que los docentes desempeñamos. ¡Excelente!



El rol docente

Los invito a que observen este vídeo dedicado a la labor docente:




A partir del símil consistente en establecer la educación de las personas como un viaje en tren y a la docencia como la responsabilidad de uno de sus vagones durante dicho trayecto, me permitiré conceptuar acerca de la caracterización de un docente moderador, facilitador o expositor.
Un docente expositor  sería aquel que obliga a los viajeros a que las acciones emprendidas durante el itinerario estén siempre controladas por él: fotografías, conversaciones, alimentación y paradas son preestablecidas y, en ese contexto, los viajeros no  poseen control alguno sobre el devenir durante el viaje. Así, la aventura se convierte en rutina y muchos de los viajeros prefieren bajarse del tren antes que aburrirse en él.

Aquel docente que se encarga de administrar y evaluar las acciones emprendidas de forma autónoma por los viajeros sería un docente moderador. En ese sentido, los viajeros tendrían la posibilidad de  tomar decisiones sobre su accionar durante el viaje pero tendrían una retroalimentación continua del docente que les permitiría, en alguna medida, re-direccionar sus acciones para obtener el mayor provecho del viaje en forma individual y grupal.

Un docente facilitador estaría encargado de suministrar los recursos para que el viaje se convierta en toda una aventura individual de la cual se deriven nuevos y mejores aprendizajes después de cada parada.  Es claro que el docente facilitador no podrá ni deberá proveer todos los recursos materiales para que el viaje llegue a buen puerto, pero a través de la generación de preguntas movilizadoras, la generación de conflictos cognitivos y la estipulación de debates enriquecedores, impediría que los viajeros llegasen a pensar algún día en dejar de viajar.

El rol que generalmente han jugado los docentes de los espacios educativos mediados por TIC en los que he tomado parte en el pasado ha sido el de docente expositor. Sin embargo, afortunadamente, he sido parte de algunas experiencias educativas mediadas por TIC en las que el rol docente ha sido un híbrido de las tres posturas descritas anteriormente y, no de forma azarosa,  han sido las experiencias educativas mediadas por TIC de las cuales he sabido obtener mayor provecho y que me gustaría replicar en un futuro cercano.

Un relato esperanzador

¡Sí¡ Es posible generar procesos de evaluación en las Ciencias Exactas que trasciendan de lo cuantitativo, que desvirtúen por completo la confusión pragmática entre calificación y evaluación y que no se centre, exclusivamente, en  el desarrollo de pruebas escritas y la elaboración de talleres repetitivos basados en ejemplos  similares diseñados por el docente.

Lo anterior se concluye de las reflexiones realizadas por un colega respecto a sus concepciones sobre la evaluación de los aprendizajes en el aula. Afirma el docente que sirve el área de Matemáticas en los grados de secundaria, al ser indagado acerca de su forma de evaluar, que “Evalúo por procesos y con procesos, es decir, no determino el proceso de enseñanza aprendizaje por un resultado cuantitativo o por regla general; por el contrario me fijo en el despliegue de posibilidades de cada estudiante (pruebas por tipos de lo básico a lo complejo).” Así, es claro que esta concepción de la evaluación potencia el respeto por la diferencia cognitiva y los ritmos de aprendizaje, la formación continua del ser y la construcción de nuevos conocimientos como resultado de la interacción continua entre el docente y el discente.


Añade el Maestro que generalmente su evaluación está mediada por algunas Tecnologías de la Información y la Comunicación. “Evalúo a través de talleres físicos y talleres virtuales. En mi página tengo suficiente material para que los estudiantes accedan al trabajo y puedan complementar y expresar sus dudas.” Si bien afirma que mantener actualizado su blog requiere de tiempo, es consciente de que dichas tecnologías permiten realizar tutorías de forma asincrónica, facilitar la actividad matemática y permiten una retroalimentación continua del proceso de aprendizaje.


 Se evidencia la actitud abierta que el docente posee frente a la evaluación y a las diversas posibilidades que ésta presenta en torno a la recopilación de información que permita determinar la aprobación o reprobación de un estudiante frente a una asignatura al afirmar que: “Me fijo en el rendimiento acelerado de los estudiantes y junto con ellos se hace un trabajo de tutoría en el salón de clase para aquellos estudiantes que tienen debilidades en el proceso (co-evaluación y trabajo colaborativo).” Además, agrega que otra forma que aplica  en la evaluación de los procesos de sus estudiantes es a través de la auto-evaluación, la cual realiza en al preguntarle a los estudiantes la preparación que tuvo frente a las pruebas y las debilidades y fortalezas que observan en su propio proceso de aprendizaje.


Así, es claro que el efecto que tenga la evaluación en la relación de poder al interior del aula y en el proceso de formación del alumno depende única y exclusivamente de la concepción que el docente tenga de ésta y de los instrumentos que emplee para realizarla. En este sentido, bien puede convertirse en castradora, coercitiva  y represiva ó, en su defecto, en formativa, potenciadora y motivadora. En este sentido, vale la pena preguntarnos: ¿En cuál de los dos ámbitos estará inscrita la caracterización de nuestra práctica evaluativa? ¿Qué instrumentos podría emplear para convertirla en formativa, potenciadora y motivadora (o mantenerse en este tipo si ya se encuentra en este ámbito)? ¿Cómo concebirán nuestros alumnos las prácticas evaluativas que aplicamos con ellos?

domingo, 26 de febrero de 2012

La importancia de la autoevaluación



Al transpolar las reflexiones de Luis Ricardo Landeros desarrolladas en el anterior video al ámbito educativo se develan tres elementos que podrían ser fundamentales en la evaluación personal de los estudiantes de ambientes virtuales de aprendizajes: la agenda, que le permitiría al estudiante estar consciente de cada una de los compromisos con él y con el curso; la bitácora, que posibilitaría realizar un análisis sistemático del desarrollo del viaje emprendido hacia la consecución de aprendizajes y el “balancímetro”, que ayudaría al estudiante a determinar la distancia a la que se encuentra de alcanzar sus objetivos y las acciones que debería emprender para alcanzarlos.

viernes, 24 de febrero de 2012

Evaluación...

Una mañana, finalizando el mes de Noviembre del año anterior, en la institución Educativa Liceo Antioqueño, nada parecía estar fuera de lo “normal”: Un padre llegó iracundo a coordinación en compañía de su hijo para indagar acerca de cuestiones evaluativas, una docente se alistaba para ser enjuiciada por padre, coordinador y estudiante, las comisiones de promoción se alistaban con desdén a dar trámite al cúmulo de peticiones tendientes a revisar las insuficiencias en algunas asignaturas y yo me encontraba descansando del trajín desaforado de la última semana plagada de refuerzos extemporáneos. Sin embargo, y ya cuando me  había dado al dolor, escuché que el acudiente del alumno emitía la expresión  que había añorado escuchar desde que tengo memoria docente: “Profesora, me puede explicar ¿cómo es posible que mi hijo haya ganado la materia si él mismo afirma que no sabe nada? Sí. Por fin una familia en pleno preocupada honesta y objetivamente  por  el proceso evaluativo y no por la aprobación ó reprobación que éste conlleve.

Pero si este accionar me pareció inquietante, más aún lo fue la imposibilidad reflejada en la docente de dar respuesta a la inquietud planteada por el padre de familia. Pensé: claro, nos acostumbramos a encontrar argumentos para explicar las reprobaciones de los alumnos pero, seguramente, tendremos dificultades para dar explicaciones (que no pasen solo por la responsabilidad y la disciplina) del por qué un estudiante alcanza una valoración aprobatoria.

De lo anterior me surgen algunas reflexiones enmarcadas en el tema, siempre polémico, de la evaluación, en particular de la desarrollada en ambientes virtuales:

-           1. Si bien es cierto que todo docente debe certificar o no los avances del estudiante en relación con los    logros esperados, diagnosticar los procesos de desarrollo del estudiante y orientar la toma de decisiones en torno al desempeño de éste referido a la construcción de nuevos conocimientos, esto no sucede en todas las ocasiones. Podría suponerse que en la educación mediada por las TIC se dificultaría más la ejecución de estos procesos debido a la imposibilidad del acompañamiento “físico” del docente que permite, en cierta medida, el reconocimiento más preciso del nivel de las habilidades y destrezas desarrolladas por los alumnos en el aula de clases. 
       
       Es por esto que la interacción continua entre tutor y estudiante en los ambientes virtuales de aprendizaje es crucial, ya que sólo a través de la construcción de fértiles contextos de comunicación en los que se empleen herramientas sincrónicas y asíncronicas entre estos actores del proceso se puede garantizar un proceso evaluativo sumativo, sistemático y formativo.

-         2. El estudiante debe apersonarse por completo de su proceso de aprendizaje en ambientes virtuales. En este sentido, al autoevaluación sistemática referida no sólo a determinar la aprehensión de conceptos y procedimientos en lo concerniente a las diversas disciplinas sino también al nivel de responsabilidad y autonomía con que ejecutó cada una de las actividades convenidas, debe convertirse en el eje central de cualquier accionar del alumno. .

Lo anterior son únicamente los primeros pasos para alcanzar una eficiente evaluación on-line, en la misma línea en que la concibe el teórico español Miguel Ripoll, quien describe sus principales concepciones acerca del tema en el siguiente video:


miércoles, 22 de febrero de 2012

Mi relación con las TIC en términos de aprendizaje

La relación que he poseído con las TIC en los procesos virtuales de formación en los que he participado puede dividirse fundamentalmente en dos fases:

Primera fase: El resultado del boom mediático de las TIC
En esta etapa realicé algunas experiencias en actualizaciones pedagógicas congregadas fundamentalmente en propuestas de formación desarrolladas por el Servicio Nacional de Aprendizaje SENA y cursos virtuales enfocados en el aprendizaje del inglés. A pesar de contar con el tiempo suficiente para el desarrollo de las actividades convenidas en cada uno de los cursos, debido, entre otras razones, a la coincidencia temporal con la casi finalización de mis estudios de pregrado, el resultado de los procesos en estas primeras experiencias mediadas por TIC fue idéntico: deserción. Hoy, al pensar con cabeza fría, puedo intuir que la razón principal por lo que esto sucedió fue la rigidez desprovista de cualquier tipo de reflexión pedagógica con la que las TIC fueron insertadas, por parte de mis tutores, al proceso de enseñanza, lo que generó en mí la imposibilidad de evidenciar alguna diferencia crucial entre la educación virtual y la presencial.

Segunda fase: El descubrimiento de las potencialidades de las TIC
Solo fue hasta que la asistencia a un seminario de apropiación tecnológica y aplicación en el aula de clases me permitió observar las bondades que poseían las TIC en los procesos educativos, siempre y cuando sean empleadas con una finalidad e intencionalidad bien definidas. Desde allí he asistido a diversos seminarios, diplomados y cursos en los que las TIC han jugado un papel fundamental en la construcción de nuevos aprendizajes. Además, desde ese entonces, comencé a desvirtuar la concepción instrumentalista de las TIC y entenderlas como elemento fundamental de reflexión en torno a sobre cómo se conoce y cómo se aprende para, en consecuencia, disponer las condiciones y diseñar los ambientes que sean necesarios para el fomento del aprendizaje.

Es claro que a pesar de la nueva concepción que poseo de las TIC aún falta mucho camino por andar. Quizá una de mis dificultades más notables durante su uso es la imposibilidad de incrementar los niveles de interacción con otros participantes, lo que sin lugar a dudas me permitiría alcanzar nuevos aprendizaje derivados de una relación más “cercana” con pares y tutores. Pasar de un simple aprendiz a un verdadero constructor de conocimientos, potenciar el aprendizaje colaborativo y lograr que a medida de que aprendo de los demás también ellos aprendan de mí.

Para empezar...


En esta nueva experiencia de formación en ambientes virtuales tengo un sinnúmero de expectativas que, contrario a lo que podría pensarse, no pasan por la adquisición de nuevas estrategias, didácticas ni métodos de enseñanza, sino por la asimilación de procedimientos y destrezas que un aprendiz requeriría para desenvolverse de manera eficaz y eficiente en un entorno en el que la moderación, la participación y la evaluación permanente son los ejes centrales de la interacción cotidiana.  Así, en síntesis, lo último que quiero es convertirme en mejor docente; lo que quiero es ser un mejor estudiante, uno del siglo XXI, uno que emplee las TIC como potenciadora de nuevos y mejores aprendizajes, que se desenvuelva con la misma solvencia en espacios virtuales como en físicos  y que logre desvirtuar elementos coercitivos como lo son la sincronicidad y presencialidad.

Es claro que para alcanzar esta metamorfosis  en mis hábitos de estudio (y en los que procuro formar en mis estudiantes) es esencial un alto nivel de autonomía y disciplina en la ejecución de las actividades, manejo fluido de elementos informacionales, realizar una lectura continua a los acompañantes del proceso de aprendizaje así como a uno mismo y la instauración de una suerte de postura crítica que permita hacer altos en el camino cada vez que las situaciones así lo exijan. Si bien es cierto que todos estos aspectos se observan dificultosos en cuanto a su obtención, los mismos se convierten en los elementos motivacionales necesarios que me permitirán finalizar con buenos resultados este proceso de formación que apenas comienza.